martes, 21 de enero de 2014


Abrí mis ojos en el preciso instante en el cual el ficticio cantar del gallo en mi celular comenzó a cacarear, con mi mayor esfuerzo, dirigí mi mirada hacia la ventana con la intención de encontrar un haz de luz que la atraviese y me diese algún indicio de que ya era hora de levantarme, afortunadamente para mí aun estaba oscuro, sin embargo ya eran las 5:30 de la mañana. Sin dudarlo una vez más me acobije nuevamente junto a mi perro y volví a dormir. La segunda vez que me levante fue a as 6:30, ya estaba un poco más claro afuera pero aun no era hora de destaparme y salir a aquel mundo helado, por el contrario, no pude conciliar tan fácilmente el sueño como la primera vez pues a lo lejos, en el primer piso de mi casa se escuchaban unos gritos estruendosos que retumbaban incesantes dentro de mis oídos, de nuevo mi hermana no quería lavar los platos que había ensuciado la noche anterior con sus amigos  y estaba haciendo todo un drama.

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